lunes, 9 de febrero de 2015

Cobijo, sostén, protección... nuestra manera de cambiar el mundo es a través de la crianza con apego...


Al menos desde Mamá Hamaca, eso creemos.
El otro día me consultó una mamá que estaba muy preocupada porque había discutido con algunas amigas -también madres de bebés- que decían que lo mejor era dejar llorar a sus hijos gran parte de la noche, con tal de que durmiesen en sus habitaciones. En otra ocasión, estas mismas madres, habían cuestionado la lactancia de esta mamá diciéndole frases del estilo: "Tenés que aflojar con la teta, no te parece de que es hora de que la cortes?".

¿Cuántas veces uno debe escuchar estas frases no?  La mejor pregunta para el caso sería  ¿por qué hay que escucharla y por qué hay gente que se cree con derecho a opinar en voz alta sobre la díada mamá - bebé o la tríada mamá- papá - bebé.

Esta mamá practica colecho, sigue amamantando y cría a sus hijos de un modo que para muchas personas es novedoso, para otros maravilloso y para tantos otros, un método extraño que "seguramente dejará consecuencias en los niños".

Esta hostilidad, es sólo un pequeño fragmento de lo que escucho y leo a diario no sólo en las mamás de la  tribu que se animan a contar sus vivencias  sino en mi consultorio. Es parte de la posición cuasi soberbia que se observa y  que deja en evidencia que muchas personas han venido al mundo con un manual debajo del brazo sobre "Cómo ser padres".

Vamos a empezar desde el principio.
Crianza respetuosa implica de antemano el respeto.

El respeto por el amor, por lo distinto, por la individualidad, por lo propio, la diferenciación de lo propio y de lo ajeno, de la intimidad y lo que es público o compartido.

Respeto implica consideración, cortesía... ¿qué es lo que hay de malo en criar a nuestros niños de este modo?

Dormir juntos, colechar, portear, alzar a upa, tenerlo en brazos, llevarlo cerca del corazón...entendemos que estos términos tienen que ver con criar respetuosamente a nuestros hijos. Creemos que este modo cobija, sostiene, fomenta la independencia, nos empodera como padres y a ellos como nuestros hijos porque subyace una confianza plena basada en el amor.
¿Qué significa colechar? ¿Por qué se hace? 
Y porqué no? Cada tríada es mágica, única y está dotada de una espiritualidad y una fuerza que la motoriza e impulsa. ¿Por qué el afuera trata de inmiscuirse en lo íntimo de esta tríada?
Recientemente Carlos González pediatra español y uno de los mayores defensores de la crianza respetuosa, crianza con apego respondió una encuesta en la Revista Ohlalá diciendo lo siguiente:
¿Por qué los chicos no quieren dormir solos? ¿Cómo les enseñamos a dormir solos, a qué edad?
- Los niños pequeños no quieren dormir solos porque necesitan dormir con sus padres. Está en su naturaleza. Y da lástima ver a tantas familias sufriendo por querer enfrentarse a esta realidad de la vida, despertándose seis veces cada noche porque el niño llora en otra habitación, porque no se atreven a meterse al niño en la cama con ellos (se despertaría igual, pero se volvería a dormir rápidamente al ver que sus padres están ahí, lloraría menos y todos dormirían más).
No hace falta enseñar a los niños a dormir solos. Lo harán al llegar a la edad adecuada. Si tenemos muchas ganas de que duerman solos, tal vez después de los tres años consigamos convencerlos (depende del niño). Pero aunque no hagamos nada, es probable que los adolescentes se nieguen a dormir con sus padres, incluso con sus hermanos. Es un breve periodo en su vida, pues la mayoría de la gente, durante la mayor parte de la vida, no duerme sola, sino con la persona amada. Si hubiera que enseñarles algo, si hubiera que prepararlos para el futuro, sería eso lo que habría que enseñarles: a dormir como suelen dormir los adultos. Nos dirían "no le dejes dormir solo en su habitación, porque si se acostumbra luego no sabrá dormir acompañado y no se podrá casar". ¿A que es ridículo? Pues igual de ridículo es "no te lo metas en la cama, porque si se acostumbra, luego no dormirá solo". Los niños cambian con el tiempo y se adaptan a cada fase de su vida.
Quizás -siguiendo las palabras de Carlos González - sea interesante preguntarnos ¿Por qué -entonces- les exigimos a nuestros hijos algo que nosotros no solemos hacer frecuentemente o no elegiríamos para nosotros? ¿Por qué exigimos tempranamente algo que al resto de las especies les lleva un tiempo madurativo y evolutivo lograr? y desde ahí, desde lo más profundo de nuestras entrañas, quizás sea interesante animarnos a bucear nuestras respuestas, las de nuestra tríada...
Lic. Carolina Sujoy 
Coordinadora Comunidad Mamá Hamaca
comunidadmamahamaca@gmail.com