martes, 31 de marzo de 2015

Cesar el dolor en ese área...

Hace unos días en un curso de Posgrado  a distancia nos presentaron una imagen que me abrió muchísimos interrogantes personales y respecto a mi práctica diaria como psicóloga perinatal.
En su First Kiss Mandala (Mandala del Primer Beso), Amy Swagman representa el primer beso de la díada mamá - bebé, después de una cesárea.
Imagino que no es casual la elección del mandala que, como símbolo espiritual sagrado, nos permite conectarnos a otros estratos de nosotros mismos.
Me interesa subrayar lo sagrado, lo profundo del mandala.
Esa imagen es bellísima y muy gráfica -al menos para mí- especialmente si nos ponemos a pensar en el pleno amor que transmite ese beso, después de los cortes en ese cuerpo de esa mamá.
Aparecen cortes que pueden pensarse como una interrupción más o menos abrupta a la ilusión de un parto vaginal, cortes vinculados a un cuerpo que en el mejor de los casos fue tratado respetuosamente, cortes que marcan un antes y un después en esa mamá y en esa díada. 
Pareciera ser que la cesárea aparece en la vida de muchas mujeres primeramente como una intervención. 
Intervención que pudo haber sido mediación frente a situaciones límite o imposición frente a situaciones en las que quizás, podrían haberse  considerado otras opciones.
Acto en algunos casos imprescindible, especialmente si hubo situaciones de extremo estrés de cualquiera de los dos integrantes de esta díada. En otros, totalmente evitable. 
Agradecimiento y alivio o enojo y frustración y una herida que queda y marca.
¿Cómo cesar el dolor allí? ¿Cómo integrar esa marca de la maternidad al esquema corporal y a esa nueva definición de mujer en el mundo? 
¿Cómo dejar que el corte, se transforme en sutura y desde ahí, cicatrice? Ese corte que a veces corta ilusiones y en otros momentos, une aún más fuerte a la vida.
Busqué sobre la palabra Cesárea y su etimología resulta algo confusa. Algunas fuentes la atribuyen a Julio César y sus antepasados, otros a Ley Cesárea "Lex Caesarea".
La sectio caesarea se formuló por la creencia de que así había nacido César, o, según los mejor informados, porque así habría nacido el primer antepasado suyo con ese apelativo.  La etimología popular  relacionaba Caesar con caedere 'cortar'. Lo cierto es que antiguamente la cesárea era un procedimiento para salvar la vida de los bebés que, de practicarse en madres vivas suponía su muerte. 
Quizás en esto último se apoya la frustración de esa mamá y de ese cuerpo ahora intervenido. 
Cesar es finalizar, culminar, terminar, interrumpir.
Señala un corte, una interrupción de un proceso que debiera haber seguido un curso que por algún razón, no continuó.  
Cesar también señala una marca que deja la puerta abierta para un nuevo comienzo, ahora de la mano de este nacimiento. Porque algo ha nacido. Una mamá, un bebé, una nueva relación, una familia.
Más allá de lo necesaria o no de cada intervención, algo nuevo ha sucedido.
Quizás sea momento de pensar en este mandala sagrado, profundo, espiritual como ese espacio de refugio, guarida interna en la que es necesario cobijarse un tiempo para sanar heridas y luego volver desde otro lugar con ese amor que  amalgama a la vida.
Lic. Carolina Sujoy
Coordinadora Comunidad Mamá Hamaca
comunidadmamahamaca@gmail.com

jueves, 19 de marzo de 2015

Puerperio... - Las puertas hacia un nuevo estado

El período inmediato tras el nacimiento de un hijo suele llamarse puerperio. Si vamos a su etimología encontramos que puerpera-ae es la  mujer que está de parto o bien  puer-i niño y parere, parir. 

Se trata entonces de esa mujer que está de parto. 

Que ha partido de un estado que le resultaba conocido, más o menos seguro y confortable en el cual se definía como mujer en el mundo, en el trabajo y en la relación con otros, para abrirse a un universo de posibilidades e incertidumbres que pueden provocarle emocionalmente, reacciones muy diversas.

Es necesario transitar y atravesar esta etapa,  para que esa mujer pueda abrirse a las puertas a un nuevo estado y un nuevo modo de definirse a sí misma.

Generalmente, uno encuentra en la consulta madres puérperas que se sienten desbordadas, poco contenidas, exigidas consigo y por los demás. Sean primerizas o con alguna antigüedad en este rol, es notorio que tras el esfuerzo que les han resultado los últimos meses del embarazo y el parto, necesitan de asistencia, contención y cuidados por parte de su núcleo más cercano. No contar con ellos, puede subsumirlas en el ocultamiento, una tristeza muy profunda y ello puede atraparlas.

Contar con contención, cuidados y compañía afecta el vínculo más inmediato de esta mamá puérpera con ese nuevo bebé y no contar con ello también.

Adicionalmente a todos estos cambios y al torbellino hormonal que la invade, su cuerpo se encuentra en transformación, metamorfosis y tiene un largo camino a recorrer para encontrar y habitar nuevamente un cuerpo que ahora presenta nuevas marcas: las de la maternidad.

Transitar todo este recorrido a veces no resulta tan sencillo como se esperaría y es necesario recurrir a grupos y tribus que se encuentren atravesando experiencias similares y que como manada, puedan oficiar de esa red de contención y soporte que amortigua esta etapa e impulsa para salir renovadas y con un aprendizaje.

Lic. Carolina Sujoy 
Coordinadora Comunidad Mamá Hamaca
comunidadmamahamaca@gmail.com

jueves, 5 de marzo de 2015

Cuando la ausencia del juego, pone en juego la crianza.

Amo viajar y conocer culturas distintas, rituales, significados, modismos y afortunadamente de tanto en tanto tengo la suerte de hacerlo.
Hace poco tiempo, tuve oportunidad de conocer un lugar en el mundo que aún conserva ritos antiguos. 
Se trata de un lugar donde hay "nanas" como las que aparecen en las películas, esas señoras gigantes, muy matronas que además de ayudar a la "Señora de la casa" se encargan de la crianza de los niños. Y sí, se encargan de criar a los niños.

Un lugar en el mundo que aunque no es gris y cuenta con paisajes naturales maravillosos... pareciera haber perdido una de las maravillas más sanas y naturales del mundo y las personas: la capacidad de juego.
Resulta curioso ver a los adultos con una seriedad suprema, una capacidad de distracción muy baja y una flexibilidad casi nula.
En ese mundo, los niños casi no se ven jugando y cuando salen, están apiñados en filita detrás de las "nanas". Serios, cabizbajos. 
No hay lugar ni margen para lo diferente. 
Lo que aparece como tal es señalado y dejado de lado.
Acaso no es eso una manera de hacer bullying?
Uno podría preguntarse... dónde quedó el juego (especialmente el creativo) en ese lugar? Dónde están los padres de esos niños? y posiblemente... no se encuentren respuestas,  o al menos no, las que estamos buscando.

Me resulta un poco extraño que esto suceda en el 2015, pero así es.
En esa oportunidad también me tocó participar de muchos eventos, que eran "sin niños" y si por "mala fortuna" aparecía alguno, como por arte de magia se sentía tan excluído que... o rompía en llanto o no paraba de desordenar los lugares que claramente no eran a prueba de niños. Eran lugares sombríos, serios  y tan estructurados que cualquier persona podía notar la ausencia de cualquier objeto de la escena. A qué niño le gustaría jugar en el castillo de la bruja de Blancanieves?

Frozen. La niñez quedó freezada allí.
Si pensamos que los niños, lo son para jugar y aprender a través del juego. Si entendemos que los bebés necesitan de su madre, del apego, del porteo, de estar cerquita del corazón y del cuerpo de la madre, de la lactancia, del contacto. Qué pasa entonces en esta sociedad de este lugar tan particular que me tocó conocer? Allí donde la crianza y el contacto piel con piel fue delegado por completo a un otro que también camina por las calles cabizbajo, con un uniforme que marca la diferencia entre el amo y el que va por detrás.

Me pregunto si estas señoras no saben que los niños copian todo de aquél que los cría.

Me llamó tanto la atención lo que viví en ese lugar, que necesité tomarme un tiempo para procesar la experiencia y escribirla.

Teoricé sobre el juego, la falta de él en un pueblo y cómo incide eso en la cultura. Demás está aclarar que pregunté sobre la existencia de doulas, matronas, psicólogas perinatales... y nada de eso existe. Nuevamente aparece aquí el "no hay lugar para lo diferente".

Dentro de mis cuestionamientos e interrogantes, me quedé pensando en como la ausencia del juego, pone en juego la crianza.

Lic. Carolina Sujoy 
Coordinadora Comunidad Mamá Hamaca
comunidadmamahamaca@gmail.com