El período inmediato tras el nacimiento de un hijo suele llamarse puerperio. Si vamos a su etimología encontramos que puerpera-ae es la mujer que está de parto o bien puer-i niño y parere, parir.
Se trata entonces de esa mujer que está de parto.
Que ha partido de un estado que le resultaba conocido, más o menos seguro y confortable en el cual se definía como mujer en el mundo, en el trabajo y en la relación con otros, para abrirse a un universo de posibilidades e incertidumbres que pueden provocarle emocionalmente, reacciones muy diversas.
Es necesario transitar y atravesar esta etapa, para que esa mujer pueda abrirse a las puertas a un nuevo estado y un nuevo modo de definirse a sí misma.
Generalmente, uno encuentra en la consulta madres puérperas que se sienten desbordadas, poco contenidas, exigidas consigo y por los demás. Sean primerizas o con alguna antigüedad en este rol, es notorio que tras el esfuerzo que les han resultado los últimos meses del embarazo y el parto, necesitan de asistencia, contención y cuidados por parte de su núcleo más cercano. No contar con ellos, puede subsumirlas en el ocultamiento, una tristeza muy profunda y ello puede atraparlas.
Contar con contención, cuidados y compañía afecta el vínculo más inmediato de esta mamá puérpera con ese nuevo bebé y no contar con ello también.
Adicionalmente a todos estos cambios y al torbellino hormonal que la invade, su cuerpo se encuentra en transformación, metamorfosis y tiene un largo camino a recorrer para encontrar y habitar nuevamente un cuerpo que ahora presenta nuevas marcas: las de la maternidad.
Transitar todo este recorrido a veces no resulta tan sencillo como se esperaría y es necesario recurrir a grupos y tribus que se encuentren atravesando experiencias similares y que como manada, puedan oficiar de esa red de contención y soporte que amortigua esta etapa e impulsa para salir renovadas y con un aprendizaje.
Se trata entonces de esa mujer que está de parto.
Que ha partido de un estado que le resultaba conocido, más o menos seguro y confortable en el cual se definía como mujer en el mundo, en el trabajo y en la relación con otros, para abrirse a un universo de posibilidades e incertidumbres que pueden provocarle emocionalmente, reacciones muy diversas.
Es necesario transitar y atravesar esta etapa, para que esa mujer pueda abrirse a las puertas a un nuevo estado y un nuevo modo de definirse a sí misma.
Generalmente, uno encuentra en la consulta madres puérperas que se sienten desbordadas, poco contenidas, exigidas consigo y por los demás. Sean primerizas o con alguna antigüedad en este rol, es notorio que tras el esfuerzo que les han resultado los últimos meses del embarazo y el parto, necesitan de asistencia, contención y cuidados por parte de su núcleo más cercano. No contar con ellos, puede subsumirlas en el ocultamiento, una tristeza muy profunda y ello puede atraparlas.
Contar con contención, cuidados y compañía afecta el vínculo más inmediato de esta mamá puérpera con ese nuevo bebé y no contar con ello también.
Adicionalmente a todos estos cambios y al torbellino hormonal que la invade, su cuerpo se encuentra en transformación, metamorfosis y tiene un largo camino a recorrer para encontrar y habitar nuevamente un cuerpo que ahora presenta nuevas marcas: las de la maternidad.
Transitar todo este recorrido a veces no resulta tan sencillo como se esperaría y es necesario recurrir a grupos y tribus que se encuentren atravesando experiencias similares y que como manada, puedan oficiar de esa red de contención y soporte que amortigua esta etapa e impulsa para salir renovadas y con un aprendizaje.
Lic. Carolina Sujoy
Coordinadora Comunidad Mamá Hamaca
comunidadmamahamaca@gmail.com
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